viernes, 19 de noviembre de 2010

Problemas de coherencia

La ciudad de la Luz era un hervidero de actividad en aquel momento. Los portales de evacuación estaban funcionando a la perfección, pues en Draenor, pese a la inestabilidad elemental, aún no había alteraciones demasiado importantes en las Líneas Ley. 


El paladín pelirrojo sacudió la melena, con el rostro congestionado y aún los restos de sudor del reciente combate sobre la piel. Su maestro le miraba con los brazos cruzados, aun siendo algo más bajo que él también su presencia era imponente. Ambos guerreros de la Luz mantenían una moderada discusión en la pequeña capilla de bancos de piedra, mientras Theron y Kalervo, un poco aparte, observaban con gesto entre resignado y ausente.


- El combate no ha terminado - decía Lazhar, con la espada Norlinde cantando a todo volumen en el cinto. - No puedes pedirme que me quede aquí sin hacer nada mientrhas aún hay peligro.


El elfo rubio negó con la cabeza, poniéndole un dedo en el pecho.


- Hay que saber cuándo dejarlo, Lazhar. Todo está en las últimas y no puedo permitir que alguien tan valioso como tú se pierda si todo acaba explotando.


- Es mi deber. Es mi decisión, Maestro. No voy a...


- ¡No pienso perderte!


El elfo rubio enredó los dedos en sus cabellos y se inclinó para besarle con el ardor contenido de...

La chica dejó de escribir, tragando saliva cuando un filo metálico le rozó el cuello. Ahora que había recuperado el teclado más suave y ligero que solía usar, le resultaba mucho más sencillo escribir y el tiempo era mejor invertido. Sin embargo, ¿Qué puede hacer una cuando un paladín de dos metros te apunta con su arma en el salón de tu casa? Skadi se recolocó las gafas y miró al elfo con cara de circunstancias y una sonrisa insegura.

Ahti tenía cara de pocos amigos, y Lazhar, al otro lado de la mesa, estaba rojo y con la expresión de una caldera a punto de estallar. No pudo dejar de pensar que los dos eran muy guapos, así de cabreados.

- ¿Se puede saber qué haces? - dijo Ahti, ladeando la cabeza y apartando el arma. No le gustaba amenazar a las mujeres, y mucho menos a su creadora, pero aquello era inconcebible.
- Borha eso, por favor - pidió Lazhar, serio pero mucho menos amenazante.

Skadi carraspeó, tragando saliva.

- Vamos chicos, sólo es ficción... hay que probarlo todo.
- No, no hay que probarlo todo.
- Ni mucho menos - apoyó Lazhar. - Yo he leído el Escolta, y es ficción, y me gustó. Pero los personajes pegan.

Ahti asintió, dándole la razón a su compañero. Quitó el abrigo de una de las sillas blancas de Ikea y le dio la vuelta, sentándose a horcajadas sobre ella. La silla crujió con el peso del elfo y su armadura, y Skadi no pudo dejar de notar que había apoyado la punta de la espada en el suelo y le estaba rayando el parqué. Pero consideró que no era el momento de hacer aquella observación.

- Bueno, es verdad que vosotros, así a primera vista, no pegáis mucho - se justificó - pero todo es buscar la situación adecuada y provocar la tensión correcta para...
- Ni tensión ni situación - dijo Lazhar con gran seguridad, yendo a sentarse en el sofá, consciente de que esas sillas tan cutres no aguantarían su peso. La atravesó con la mirada. - Nosotros JAMÁS haríamos esas cosas... calientes que tú escribes. Es incoherente.
- En ninguna situación y con ninguna tensión - insistió Ahti. - Así que ya estás borrando eso, rica. ¿"No pienso perderte"? Vamos, por favor. Y con Theron y el chaval delante. ¿Pero estás loca o qué?

Skadi se sonrojó, sintiendo una gota de sudor escurriéndose por su sien, y sonriendo con inocencia.

- Me parecía bonito.
- ¿Bonito? No quiero pensar cómo se pondría Kalervo si Ahti me besa con ardor contenido - rezongó Lazhar, mirando con ofensa a la chica humana.

Ahti arqueó la ceja y miró al pelirrojo de reojo.

- ¿Eso es lo que más te preocupa de esto, la reacción de Kalervo? Oye, que yo te aprecio, pero por nada del mundo te besaría. Y menos con ardor contenido.
- Yo tampoco te dejaría hacerlo, Maestro - repuso el pelirrojo, levantando la barbilla con dignidad - y tampoco te besaría a tí. No me gustan los chicos.

Ahti se rió entre dientes.

- ¿Y Kalervo qué es, un bocadillo de garbanzos? Yo juraría que es un chico, aunque nunca le he mirado debajo de la túnica.

El dedo inmenso de Lazhar pasó ante los ojos de Skadi cuando lo alzó para señalar a Ahti, con la vena del cuello hinchada.

- No te rías. Kalervo es... Kalervo. Y creo que Theron también es algo parecido a un chico, a pesar de los cuernos y... - hizo un gesto de asco.

Ahti se puso a la defensiva.

- Eh, eh... que Theron sea un chico no significa que me gusten los tíos, no soy ningún marica.
- Que Kevo sea un chico no significa que yo... - Lazhar bufó y meneó la cabeza - Es igual, tú eres más que yo.
- ¿Disculpa?
- Aquí hay historias de tú con un cruzado, y de tú con... es igual, no es cosa mía, pero no tienes derecho a criticarme.

Skadi levantó las manos, aplacando los ánimos. Sus gatos miraban la escena con indiferencia.

- Señores, señores... vamos, tranquilidad - dijo ella con su mejor voz de profe - ¿Es que no lo veis? Saltan chispas entre vosot...
- NO
- NO

Skadi carraspeó y retiró las manos, sintiéndose repentinamente atravesada por los ojos grises de Lazhar y los ojos dorados de Ahti. Caray, así vistos en vivo daban bastante miedo.

- Bueno, ¿Entonces qué hago? Está claro que queréis que cambie esto, pero...

Los dos paladines cuchichearon un rato en Thalassiano y finalmente asintieron.

- Escribe, te vamos a dictar.
- De acuerdo - suspiró Skadi, mirándoles. - Total... no es la primera vez que lo hacéis. Me siento utilizada.

La muchacha se puso manos a la obra.

La ciudad de la Luz era un hervidero de actividad en aquel momento. Los portales de evacuación estaban funcionando a la perfección, pues en Draenor, pese a la inestabilidad elemental, aún no había alteraciones demasiado importantes en las Líneas Ley. 


El paladín pelirrojo sacudió la melena, con el rostro congestionado y aún los restos de sudor del reciente combate sobre la piel. Su maestro le miraba con los brazos cruzados, aun siendo algo más bajo que él también su presencia era imponente. Ambos guerreros de la Luz mantenían una moderada discusión en la pequeña capilla de bancos de piedra, mientras Theron y Kalervo, un poco aparte, observaban con gesto entre resignado y ausente.


- El combate no ha terminado - decía Lazhar, con la espada Norlinde cantando a todo volumen en el cinto. - No puedes pedirme que me quede aquí sin hacer nada mientrhas aún hay peligro.


El elfo rubio negó con la cabeza, poniéndole un dedo en el pecho.


- Hay que saber cuándo dejarlo, Lazhar. Todo está en las últimas y no puedo permitir que alguien tan valioso como tú se pierda si todo acaba explotando.


- Es mi deber. Es mi decisión, Maestro. No voy a...

En aquel momento, Kalervo y Theron se levantaron e interrumpieron a los dos paladines. El brujo, con los brazos en jarras, se acercó a susurrarle algo al oído a Ahti, que tragó saliva y le brillaron los ojos. Después asintió.

- Me tengo que ir. Haz lo que quieras, pero intenta no morir.
- No voy a morir - afirmó Lazhar, asintiendo con la cabeza, firmemente.


Cuando el brujo y el paladín se alejaron hacia las tiendas que había en la parte de atrás del edificio arúspice, Lazhar suspiró y se dio la vuelta para dirigirse de nuevo hacia los portales. Había mucho que hacer, y poco tiempo. Sin embargo, cuando estaba a punto de bajar el ascensor, la figura de Kalervo apareció ante sí, con las orejas de conejo y el rostro lastimero, dos gruesas lágrimas cayéndole por las mejillas.


- Lazhar... tengo miedo. No te vayas aún. Quédate conmigo un rato para consolarme.


- Espera espera... - Lazhar interrumpió a Skadi, incrédulo - Si hay lucha, Kevo se viene conmigo, no puede aparecer ahí y decirme eso, porque entonces yo...
- Oye, esto SI es coherente - replicó Skadi, mirando al paladín con el ceño fruncido. - Si te lo hace a menudo.
- Ya, pero...
- ¡Ya pero nada! Además, Kalervo lleva los ligueros y se ha embadurnado la barriga con el relleno de una empanada de carne, ¡no puedes dejarle así!

Lazhar tragó saliva, sonrojándose otra vez, y miró alrededor.

- ¿Carne de empanada en su barriguita?

Skadi sonrió maliciosamente, asintiendo con la cabeza.

- Claro... y es tan mono... total, por un ratito no va a pasar nada.

Lazhar bufó y se fue al sofa. Ahti se había sentado y había puesto la tele, dándole a los botones del mando en los que al parecer había encontrado su divertimento. Lazhar acarició a los gatos, que acudieron a hacerle compañía. La chica siguió escribiendo, rezando para sus adentros por que la dejaran en paz de una vez. A veces era realmente engorroso ser esclava de los personajes, pero por otra parte, ella siempre les hacía putadas, así que no tenía motivos de queja.

- Acuérdate de poner que le azoto con saña, ¿eh? - dijo Ahti.
- Que siiiii.

Con los dedos sobre el teclado, Skadi se dispuso a cumplir con las voluntades de aquellas criaturas, mientras Lazhar y Ahti descubrían lo que era el fútbol y se daban cuenta de que les gustaba. No, no pegaban ni con cola, pero como amigos estaban bien.




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((N. de la A: Dedicado a Myriam, por darme la idea sin darse cuenta. ¡Todos teníamos curiosidad por saber qué pasaría en un encuentro Ahti-Lazhar! Pues esto es lo único que ellos permiten que pase. Sexy no es, pero me he reído mucho escribiéndolo. Un beso! ))

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